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(6-32)EL CHACHE – El Nombre Hubo un tiempo en que el nombre de El Chache Perrache resonaba en los cuarteles de los Reinos Enanos como sinónimo de disciplina, coraje y estrategia militar. Como soldado, no había enemigo al que no hubiese enfrentado, ni victoria que no llevase su firma. Fue forjado en mil batallas, cubierto de gloria en campañas imposibles y aclamado por su compañía como un líder natural. Pero como tantas veces ocurre entre los suyos, la tradición acabó pesando más que el talento.
Tras años de servicio impecable, los altos mandos decidieron que ya había cumplido su cuota de acero y sangre. Fue destinado a tareas administrativas, sepultado entre montañas de informes y sellos en cera roja. Para un guerrero como El Chache, aquello fue peor que morir. En un acto de rabia y renuncia, se arrancó con un cuchillo el tatuaje de su compañía, cicatrizándose no solo la piel, sino el alma.
Ese fue el día en que nació el jugador.
Renunciando a su vida anterior, El Chache Perrache se volcó en el único campo de batalla que aún ofrecía gloria: el Blood Bowl. Pero no llegó como un enano más. El Chache traía algo distinto. Bajo esa armadura curtida por la guerra, se escondía una agilidad impensable para su raza, y unos reflejos finos como filo de hacha. Lo que otros veían como fuerza bruta, él lo convertía en precisión. Lo que otros dejaban caer, él lo atrapaba como si sus manos fueran guantes de oro. Y de hecho, eso dicen las crónicas: “tiene guantes de oro, y nervios de mithril”.
Hoy, El Chache Perrache es uno de los jugadores más fiables y temidos de la AchoBowl, venerado por aficionados y temido por rivales. Ya no lleva tatuajes ni insignias de guerra, porque no necesita recordar quién fue. Su nombre lo dice todo.
(6-32)EL CHACHE – El Nombre Hubo un tiempo en que el nombre de El Chache Perrache resonaba en los cuarteles de los Reinos Enanos como sinónimo de disciplina, coraje y estrategia militar. Como soldado, no había enemigo al que no hubiese enfrentado, ni victoria que no llevase su firma. Fue forjado en mil batallas, cubierto de gloria en campañas imposibles y aclamado por su compañía como un líder natural. Pero como tantas veces ocurre entre los suyos, la tradición acabó pesando más que el talento.
Tras años de servicio impecable, los altos mandos decidieron que ya había cumplido su cuota de acero y sangre. Fue destinado a tareas administrativas, sepultado entre montañas de informes y sellos en cera roja. Para un guerrero como El Chache, aquello fue peor que morir. En un acto de rabia y renuncia, se arrancó con un cuchillo el tatuaje de su compañía, cicatrizándose no solo la piel, sino el alma.
Ese fue el día en que nació el jugador.
Renunciando a su vida anterior, El Chache Perrache se volcó en el único campo de batalla que aún ofrecía gloria: el Blood Bowl. Pero no llegó como un enano más. El Chache traía algo distinto. Bajo esa armadura curtida por la guerra, se escondía una agilidad impensable para su raza, y unos reflejos finos como filo de hacha. Lo que otros veían como fuerza bruta, él lo convertía en precisión. Lo que otros dejaban caer, él lo atrapaba como si sus manos fueran guantes de oro. Y de hecho, eso dicen las crónicas: “tiene guantes de oro, y nervios de mithril”.
Hoy, El Chache Perrache es uno de los jugadores más fiables y temidos de la AchoBowl, venerado por aficionados y temido por rivales. Ya no lleva tatuajes ni insignias de guerra, porque no necesita recordar quién fue. Su nombre lo dice todo.
Ictiosaurio no es como los demás Saurios. Mientras sus compañeros siguen los dictados del Slann o se detienen a analizar estrategias (a su modo), él prefiere confiar en el puro instinto. Y vaya que tiene instinto. Rápido como un rayo y con la atención de una libélula en temporada de apareamiento, este coloso escamoso tiene una filosofía muy clara: "Si tengo que pensar, ya es tarde."
Originario de los calurosos y húmedos pantanos de Lustria, Ictiosaurio comenzó su carrera persiguiendo insectos gigantes por pura diversión. Un día, un explorador halfling lo vio correr en línea recta a través de una manada de Razordons sin frenar... y sobrevivir. Lo fichó para un equipo amateur de Blood Bowl y el resto, como se suele decir, es historia, confusión y muchas lesiones.
Aunque su agilidad es discutible (no se dobla, se desploma), su velocidad en línea recta es legendaria. Los entrenadores lo aman y lo temen por igual: es capaz de aplastar al portador del balón, recuperar el ovoide y cruzar el campo... todo sin frenar. El problema llega cuando tiene que girar. Si le pones un cono de entrenamiento a la izquierda, es probable que intente pasarlo... por la derecha, chocando con todo.
Su fama se catapultó con su accidentada pero inolvidable participación en la III Acho Bowl, donde protagonizó tres aplastamientos, dos atropellos a árbitros y una celebración prematura que terminó en el foso de cocodrilos. Desde entonces, se le ha visto en múltiples torneos, a veces incluso en varios el mismo fin de semana, gracias a su velocidad y su costumbre de firmar contratos sin leerlos.
Ictiosaurio no habla mucho. De hecho, nadie está seguro de si sabe hablar. Pero cuando entra al campo, su grito de guerra lo dice todo:
"¡¡AAAH AHÍ VOY!!"
Detrás de cada caos hay alguien que intenta poner orden, y en el caso de Ictiosaurio, ese alguien es Noe, su entrenadora personal y una de las pocas chamanas con la paciencia suficiente como para intentarlo... una y otra vez. Noe, antigua acólita de un templo Slann, se dedicó al coaching deportivo tras un "desliz místico" con una pelota encantada. Desde entonces, ha hecho de su misión personal enseñar a Ictiosaurio el arte del giro, la pausa táctica y, en general, el uso del pensamiento antes de la acción. Spoiler: ha fracasado en todos los intentos. Ni silbatos, ni señalamientos, ni varas de disciplina ritual han conseguido que Ictiosaurio escuche sus instrucciones una vez que echa a correr. Aun así, Noe no se rinde. Dice que “cada embestida fallida es una oportunidad de aprendizaje”, aunque normalmente lo dice mientras esquiva un placaje accidental de su pupilo.
(8-32) XARRORC - El Autoproclamado Campeón Vitalicio de la Rocinante Cup
Nacido en una polvareda de gritos, barro y silbidos mal pitados, Xarrorc no tardó en desarrollar una obsesión enfermiza por el deporte más brutal del Viejo Mundo: el Blood Bowl. Mientras otros orcos soñaban con conquistar fortalezas enanas o saquear aldeas imperiales, Xarrorc soñaba con touchdowns, placajes y sobornar árbitros con huesos frescos.
Pero lo que realmente lo separa del resto de su especie no es su pasión por el deporte... sino su peculiar estilo caballeresco. Inspirado por antiguas leyendas que encontró dibujadas, con sangre y "barro", en una letrina de taberna estaliana, Xarrorc decidió convertirse en un "caballero andante del Blood Bowl", viajando por Estalia a lomos de su infame corcel "Roci", un caballo más huesudo que rápido, más terco que inteligente y más muerto que vivo (según a quién se le pregunte).
Harto de no ser invitado a los grandes torneos por su "estilo poco ortodoxo" según los organizadores, "tramposo y violento" según el resto del mundo, Xarrorc fundó su propio campeonato: la Rocinante Cup. Se celebra cada año en las estepas del levante Estaliano, donde el polvo se mezcla con la sangre y el reglamento se dobla más que un goblin en manos de un minotauro.
Los rumores de amaños abundan: árbitros desaparecidos misteriosamente, balones que explotan, y un misterioso “público neutral” que casualmente siempre es parte del equipo de Xarrorc. A pesar de todo, la Rocinante Cup atrae a equipos de toda la región, bien sea por la fama, por el oro, o por miedo a que Roci les mastique las botas si no aceptan la invitación.
Xarrorc juega como vive: con teatralidad, brutalidad y nula autocrítica. Es famoso por sus discursos antes de los partidos, en los que compara cada encuentro con una batalla épica contra "molinos de viento", que en su mente son equipos rivales. Su grito de guerra, "¡Por la Roci y la gloria!", es normalmente seguido de un placaje que deja al linea contrario viendo chiribitas.
¿Es Xarrorc un genio táctico o un lunático con suerte? ¿Está amañado el torneo o simplemente nadie puede detener a un orco montado sobre una bestia enloquecida que no distingue entre línea de banda y línea enemiga? Las respuestas pueden variar, pero una cosa es segura: si estás en Estalia, oyes relinchos, golpes de tambor y a alguien gritar “¡Cabalgad, Rocinantes!”, es mejor que te prepares… o que salgas corriendo.
¿Qué sucede cuando el estruendoso genio táctico del entrenador ATMOS se fusiona con la fiereza incontrolable del laureado jugador hombre lobo ATMOS? Nace una leyenda, una tormenta de órdenes y aullidos, un fenómeno que no solo domina el campo... lo envuelve en un sonido inmersivo jamás oído en los estadios de Blood Bowl.
Dolby ATMOS no es simplemente un jugador ni un entrenador. Es una experiencia sónica total, un sistema viviente de comunicación letal. Mientras el entrenador ATMOS da órdenes tácticas con una claridad cristalina, susurros audibles hasta en la última línea de defensa, el hombre lobo ATMOS ruge, aúlla y desgarra con una fidelidad de audio que te hace sentir el aliento del miedo directamente en la nuca.
Juntos, han desarrollado el legendario sistema Dolby ATMOS, donde cada crujido de hueso, cada golpe seco y cada grito de guerra del equipo se transmite con una riqueza de matices abrumadora. En este sistema no hay margen para el error: si escuchas el aullido... ya es demasiado tarde.
Eso sí, el sistema no es barato. Entre el sueldo astronómico del entrenador y la montaña de gastos en daños colaterales (tanto a rivales como a espectadores desprevenidos), solo los equipos más poderosos —o insensatos— se atreven a contratarlo.
Aun así, nadie puede negar su efectividad. Cuando Dolby habla, hasta el ogro más cabezón se detiene a escuchar. Porque lo hace con ese sonido nítido, profundo y envolvente, que solo puede ofrecer...
DOLBY ATMOS® – No solo lo escuchas. Lo sientes. Lo sobrevives… si puedes.
En el abrasador corazón de una ciénaga tan calurosa que hasta los saurios sudan barro, nació Naborro, un eslizón fuera de lo común. No por su velocidad —aunque la tiene— ni por su astucia —que a veces aparece cuando no estorba—, sino por su estilo de juego único y deliberadamente indecente.
Naborro es rápido, táctico y absolutamente poco sutil. Siempre juega con sus partes nobles al aire, no por provocación... sino por necesidad. “Para correr fresco, hay que ir suelto”, afirma. La forma en la que sus atributos reptilianos se mueven al ritmo de sus carreras zigzagueantes ha generado una táctica revolucionaria: el despiste genital.
Muchos defensores aseguran haber sentido una mezcla de fascinación, repulsión y puro asco, lo suficiente como para preferir apartarse antes que arriesgar una entrada directa. “Que meta el touchdown, pero que no me roce”, se ha vuelto un mantra defensivo común cuando Naborro pisa la línea de 20 yardas.
Detrás de esta criatura desvergonzada está Nikki, su infame manager, una leyenda decadente conocida por ser el fundador de la MazaBowl, un torneo donde la lógica, la estética y el reglamento solían irse de copas mientras los equipos se enfrentaban con reglas bizarras, dopajes alucinantes y armaduras hechas de embutido. La quinta y última edición de la MazaBowl, antes de que los tribunales intergalácticos intervinieran, fue ganada por el inigualable Lord Cannabis, coronando así una era de excesos, caos y violencia sin editar.
Desde entonces, Nikki ha enfocado todo su esfuerzo en una sola cosa: promocionar a Naborro, su eslizón estrella, su última carta, su jugada maestra… o su último error, según a quién preguntes.
Naborro no se detiene. Corre libre, suelto, orgulloso. Porque donde otros llevan armadura, él lleva aire... y a veces, eso es lo más difícil de enfrentar en un campo de Blood Bowl.
(11-32) SR CROSS - El Crucificador de las Arenas Ardientes
Nacido en las áridas y castigadas tierras de las Llanuras Salvajes, el Sr. Cross no es simplemente un jugador de Blood Bowl: es una leyenda viva, un tótem de miedo y brutalidad. Su presencia inspira devoción fanática en Orcos Salvajes, Goblins dementes y hasta Trolls con más músculos que neuronas. Nadie recuerda haberlo visto reír, ni gritar. Solo camina. Siempre en cámara lenta. Siempre con esa mirada de vacío absoluto.
Aquellos que se atreven a desafiar su autoridad —ya sea en el campo o en su dominio natal— acaban crucificados en los postes oxidados que flanquean la entrada del Coliseo del Juicio, el estadio de su equipo. Los cuerpos, momificados por el sol y el viento del desierto, sirven como recordatorio del precio de la irreverencia.
Cuando el Sr. Cross pisa el campo, la temperatura parece bajar. La multitud guarda silencio por unos segundos antes de estallar en cánticos guturales. Sus entradas en cámara lenta no son un truco: realmente se mueve así. No porque sea lento, sino porque quiere que su presa vea su final venir paso a paso, sin remedio.
Antes de embestir a un rival, extiende un brazo, traza lentamente una cruz en el aire... y eso basta para que algunos jugadores pierdan el control de su esfínter (hay estadísticas que muestran un notable incremento de sustituciones por “lesiones intestinales” cuando Cross está en el campo).
Por cada oponente que ha retirado del juego —ya sea por lesión permanente, colapso nervioso o desaparición inexplicable— el Sr. Cross se marca con una cruz tallada en su enorme hombrera izquierda, hecha de hierro negro y huesos fundidos.
Cada cruz está rellenada con sangre endurecida y barnizada por chamanes orcos para que nunca se borre.
Actualmente lleva más de setenta cruces. Nadie se atreve a contar exactamente cuántas.
Apuntad a un xarro salvaje, seguramente haya más almanseños por la zona.
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- Campeón de formaciones F.O.T 14
- formaciones Chessebowl IX y 19
- Campeón mojonbowl 16
- senescal del sur 16
- tercero aleabowl 17 y old school II
- subcampeón aminoael 18, botijo 20, charcabolw y rocinante 22
- campeón aminoael 19
- campeón parabellum V
- 7 del mundo y mejor español Dorbirn 19
- subcampeón por parejas lucentumtwin 20
En las brumas etéreas de las Altas Torres de Lotheriel, cuna de arte, perfección y peinados innecesariamente elaborados, nació Hackley Quinn, el hijo predilecto del capitán del gremio de duelistas y de la soprano más afamada del mundo élfico. Algunos aseguran que dio su primer paso ejecutando un giro lateral doble, con voltereta incluida, para evitar un charco de barro. Desde entonces, no ha tocado el suelo común... ni metafórica ni literalmente.
Hackley juega como Blitzer para los Gloriosos Lanzas de Lotheriel, un equipo que se define por dos cosas: una obsesión peligrosa por la elegancia y una tolerancia cero hacia el barro. Y aunque el resto del equipo no es precisamente modesto, Hackley los eclipsa a todos con su lengua afilada como una espada de Ithilmar y su actitud de "todo me da igual, excepto ganar y verme bien haciéndolo".
En el campo, es rápido como una sombra al mediodía, ágil como un pensamiento elfo, y más listo que tú. Sí, tú. Es probable que te lo recuerde en cuanto tenga oportunidad. Lo hace con frases como:
"¿Jugamos o te firmo la camiseta y fingimos que esto fue digno?"
"No suelo tocar a la plebe, pero haré una excepción por entretenimiento."
"Oh, ¿esto es un equipo o una exposición de criaturas en peligro de extinción?"
El problema, claro, es que Hackley es... un elfo. Y aunque lo niegue sigue siendo frágil como el ego de un enano con alopecia. Pero él lo compensa con pura arrogancia, perfección técnica y una convicción tan férrea en su propia superioridad que ni siquiera el público sabe si abuchearlo o aplaudirlo.
Sus compañeros lo toleran porque gana partidos. Sus enemigos lo odian porque también gana partidos. Y Hackley, bueno… él no necesita tu aprobación.
La verdad es que no se si la iniciativa esta de las cartas y las historietas molan peeeero me lo estoy pasando genial dandonde un poco de alma a esto. Un saludo
(13-32) EL CONDE BRACULA - el Azote de los Mediocres
El tiempo no tiene poder sobre él. Las eras pasan, los imperios caen, los equipos cambian de entrenador cada semana... pero él permanece. Su verdadero nombre se perdió en las nieblas de los siglos, pero hoy se le conoce como El Conde Bracula, aunque los más temerarios murmuran que su nombre original fue Heavy, una palabra olvidada cuyo eco aún hiela la sangre.
Vampiro por elección, no por maldición, Bracula es tan seductor como siniestro, un ser envuelto en misterio, glamour y un absoluto desprecio por cualquier criatura que no tenga colmillos afilados, gusto por la poesía decadente o sentido del estilo.
En los torneos de Blood Bowl, no pasa desapercibido. Llega envuelto en una capa de terciopelo carmesí, luciendo ropas bordadas con hilos de plata oscura y siempre acompañado por su inseparable pañuelo de seda negra, que agita con teatralidad ante cualquier ser inferior que se atreva a dirigirle la palabra. Su respuesta inmutable, lanzada con un suspiro de aburrimiento:
"No creo."
En el campo, Bracula es una obra de arte viviente. Su juego es un delicado equilibrio entre lo sublime y lo cruel. La victoria nunca es suficiente, no si puede obtener algo más valioso: espectáculo, humillación y drama.
¿Puede anotar fácilmente?
Sí.
¿Lo hará?
Jamás.
Preferirá siempre retroceder con la pelota, burlar a sus rivales en su propia zona de anotación y luego arrollarlos con una sonrisa encantadora, antes de finalmente marcar. O no.
Cuando sus adversarios yacen magullados, humillados o simplemente confundidos ante su inhumana elegancia, el Conde se acerca, se inclina con una reverencia burlona y susurra:
"Bienvenidos a la experiencia Heavy."
Nadie sabe con certeza de dónde vino, ni cuándo se irá. Lo único seguro es esto: mientras haya sangre que derramar, egos que destruir y aplausos que recibir...
Bracula seguirá jugando.
En las profundidades de las alcantarillas más oscuras, donde la humedad se mezcla con el humo y el delirio, nació una leyenda que nadie esperaba recordar... y que él mismo aún no recuerda del todo. Su nombre es Lord Cannabis, aunque pocos se atreven a pronunciarlo en voz alta sin que una nube espesa y aromática aparezca mágicamente a su alrededor.
Dicen que es una rata, aunque su nivel de toxicidad haría pensar que es una mutación bendecida por Nurgle, apadrinada por Slaanesh y criada por una abuela Skaven con demasiado tiempo libre y un laboratorio improvisado.
Todas las mañanas, antes de los entrenamientos (si es que se presenta), se vitamina con un brebaje infame: cafeína industrial, extractos opiáceos y algo que solo puede describirse como "la esencia del caos en polvo". Con esta mezcla en su sistema, entra al campo como una visión fantasmal, envuelto en una niebla espectral de olor penetrante, que hace que árbitros, rivales e incluso compañeros pierdan el hilo de lo que estaban haciendo.
Se cuenta en los callejones del Viejo Mundo que Lord Cannabis calienta en una cucharilla la sangre de sus enemigos caídos para deshidratarla, convertirla en polvo rojizo y mezclarla con su tabaco de combate. ¿Mito urbano? ¿Leyenda Skaven? ¿Pura realidad? Nadie ha tenido el valor (ni el estómago) de comprobarlo.
En el campo, juega en un estado alterado de conciencia tan profundo que ni él mismo sabe qué está ocurriendo. Si anota un touchdown, simplemente asiente y vuelve a su esquina a liar otro cigarro. Si destroza un cráneo rival, probablemente no se dé cuenta hasta que tropieza con el casco aún humeante. Su cuerpo juega; su mente está en otro plano.
Y aun así, sus hazañas son innegables: fue el héroe indiscutible de la III Achobowl, aunque se enteró de su victoria cuando ya había terminado la cuarta edición. Y así es como vive: desconectado del tiempo, unido al caos, uniendo lo imposible con una soltura que solo el delirio puede brindar.
Los fans lo adoran, los enemigos lo temen, los jueces lo esquivan y los médicos... simplemente renuncian.
Lord Cannabis no juega al Blood Bowl. Él lo reinventa, cada vez que sale a tropezarse por el campo.