BB Foro

Cada 2 o 3 semanas iremos subiendo un cartón de la baraja que daremos con la inscripción. Todos los cartones son de jugadores que han participado en alguna Acho Bowl. La baraja consiste en un juego para 2 en si misma. Las reglas del mismo se os darán con la misma. Mientras, sin mas interés de unas risas iremos poniendo a los elegidos.
Es posible que ajustemos algunos detalles cuando nos pongamos a testearlo jeje. Vamos, que están sujetas a cambios.

En esta ocasión os enseñaremos la este buen señor.

Me veo más como un enano...pero me gusta la idea de la experiencia Heavy...

Me apunto al torneo!!

A lo de la experiencia Heavy, no tanto jaja

Polin escribió: ↑Mar Feb 04, 2025 3:41 pm Lo veo muy difícil con tanta antelación, pero que no se diga que no lo vamos a intentar:

Polin
Shay
Carlosakoa12
Furiwel

Y nuestros novatos embravecidos...
Yakolito (reserva)
Killmister (reserva)

Shay ha cambiado su nick a "Noe"

Hola chicos. Tras unas cuantas conversaciones y ver que muchos compañeros nos han pedido la posibilidad de cambiar la fecha del torneo para poder compaginar la Acho Bowl y la Mezquita hemos contemplado la posibilidad de adelantar la IV Acho Bowl un par de semanas. Sabemos la importancia que ha adquirido la Mezquita Bowl para muchos de nuestros compañeros murcianos y, puesto que este torneo se hizo en su mayor parte para ellos, creo que es la mejor decisión. Espero que nadie se sienta molesto por el cambio de fecha y hemos intentado llevarlo a la mas neutra posible dentro de las posibilidades que tenemos en el Levante. Un saludo y gracias a todos!

Pues ya tenemos cartel chicos!!!

Pues ya tenemos los "trofeos" para los campeones de cada conferencia. Son mas molones que la chapa que le damos al campeón del torneo

Cada Campeón de Conferencia se llevará su cubilete de Campeón con su correspondiente silenciador.



Pronto abriremos inscripciones y aprovecho para poner los dados de este año

yo quiero dos de cada, gracias!

¡Me apunto!

(1-32) TOMB BRADY – El Autómata de la End Zone

Nacido en vida como un legendario mariscal de campo del imperio de Nehekhara, Tomb Brady fue en su tiempo uno de los estrategas más brillantes del Gran Juego de los Dioses. Cuando la maldición de la no-muerte cayó sobre las arenas del desierto, su alma, demasiado terca para descansar, regresó junto a sus huesos, reclamando su lugar en el campo... eternamente.

Desde entonces, Tomb Brady ha jugado miles de partidos con distintos equipos de Reyes Funerarios, pero siempre bajo el mismo principio: la perfección de la repetición. Cada jugada es un eco de las anteriores, cada pase una expresión de la inevitabilidad del destino. Para él, Blood Bowl no es un juego: es una danza ritual, ejecutada con la precisión de un reloj de arena inmortal.

Bajo la tutela del infame entrenador Buyo, Tomb Brady ha alcanzado una nueva era de excelencia impía. Su experiencia en el campo es tan vasta que ya no reacciona: predice. Es inmune al miedo, al dolor y al caos, no porque no lo sienta, sino porque ya lo ha vivido todo antes… cientos de veces.

Otros jugadores jóvenes lo miran como un dios de hueso. No grita, no celebra. Solo lanza, anota y repite, como si fuera parte de una maquinaria fúnebre diseñada para ganar partidos sin alma. Sus rivales dicen que su mera presencia hace temblar a los Blitzers. Y cuando lanza el balón, no hay defensa ni magia que impida que su pase encuentre el destino que el tiempo ya le asignó.

(2-32) PACO "EL BIRRAS", el Yeti de la ACHO BOWL

En lo más profundo de las montañas de Krudfjord, donde el viento corta como cuchillas y la nieve no cesa ni en verano, habita una leyenda peluda: Paco "el Birras", un Yeti colosal cuya pasión por la cerveza rivaliza únicamente con su amor por el Blood Bowl.

Desde su nacimiento en una caverna helada, Paco supo que no era un Yeti común. Mientras sus hermanos aprendían a cazar jabalíes, él descubría el arte de la fermentación artesanal. A falta de fuego, utilizó magia rúnica de escarcha para mantener su reserva de barriles a temperatura ideal. Pronto, sus dotes cerveceras cruzaron glaciares y llegaron a oídos de los clanes nórdicos, quienes le ofrecieron un puesto como mascota de un equipo local de Blood Bowl. Pero Paco no iba a conformarse con ser una simple figura decorativa: quería estar en el campo, aplastando cráneos y bebiendo como un campeón.

Apodado "el Birras" por su costumbre de beber un barril entero antes de cada partido (“para entrar en calor”, según él), Paco no tardó en ganarse un lugar como pilar defensivo en el equipo. Con sus embestidas gélidas y su aliento etílico, es tanto una fuerza de la naturaleza como una amenaza para la sobriedad del vestuario.

Su leyenda alcanzó la cúspide durante la II ACHO BOWL, un torneo infame por sus condiciones extremas y el nivel de brutalidad en el campo. En la final, con el marcador igualado y el equipo rival pisando fuerte, Paco pidió un “último trago” antes del saque. Aquel barril —una edición limitada de Pasión Pascal — le infundió una furia ártica imparable. En los últimos minutos, Paco aplastó a tres líneas enemigos, bloqueó una carga con la barriga y lanzó al corredor rival fuera del campo... ¡con el balón incluido!

Desde entonces, su nombre es coreado en tabernas y estadios por igual. No hay torneo en el norte que no le reserve un lugar, ni taberna que no tema quedarse sin existencias si Paco aparece.

(3-32) LORD GEYPER, El Santo

Nadie sabe exactamente cuándo nació Lord Geyper. Algunos dicen que surgió de las cenizas de una hoja de personaje calcinada durante un partido en llamas. Otros, que fue esculpido por Nuffle mismo, modelado con dados sagrados y ungido con sudor de ogro.

Lo cierto es que desde hace décadas, su figura recorre las canchas, los banquillos, las tabernas y los foros donde se respira Blood Bowl. Es uno de los miembros fundadores del legendario colectivo "Geyper Reunidos", un grupo de entrenadores veteranos, estrategas iluminados, y visionarios con más horas en los dados que años tiene un elfo.

Lord Geyper es más que un entrenador: es el arquitecto detrás de la REVA, la Reunión Extrema de Violencia Aleatoria. Este torneo anual ha alcanzado un estatus casi místico entre los fanáticos y entrenadores del Viejo Mundo. Solo el mero hecho de inscribirse en la REVA implica asumir que tu equipo probablemente no saldrá entero… pero tal vez, solo tal vez, salga legendario.

La REVA no es un torneo. Es una experiencia religiosa.

Venerado como un santo, Lord Geyper es considerado por muchos como un guía espiritual y táctico. Dicen que cuando habla, sus palabras suenan como si los dados rodaran solos en tu cabeza. Que su mirada puede predecir cuántas calaveras sacarás antes de tocar los dados. Que su voz convierte incluso a los novatos en sabios del posicionamiento.

Su aura es tal que, al pasar, los dados caen solos de las mesas en señal de respeto. Algunos afirman que una vez resucitó un blitzer con solo bendecir su ficha de jugador. Otros, que logró un "Uno Repetido" sin gastar ReRoll.

Siempre vestido con túnica amarilla llena de insignias de antiguos torneos, Lord Geyper lleva al cuello el medallón de la "REVA Primigenia", la primera edición del torneo, donde se enfrentaron equipos que hoy son solo nombres escritos en la sangre del reglamento.

Suele llevar un bastón hecho con miniaturas rotas de rivales legendarios, y algunos aseguran que su piel brilla ligeramente cuando se tiran dados cerca.

¿Es Geyper realmente un santo renacido entre llamas, o solo el entrenador más excéntrico de la historia? Nadie lo sabe con certeza. Lo único seguro es que donde haya una cancha, una ficha de equipo, y una tirada imposible por hacer... Geyper estará allí. Observando. Inspirando. Juzgando silenciosamente tus posicionamientos.

(4-32) JHONNY SINS, EL CALVO DEL HUB

Si el Blood Bowl tuviera un Olimpo, Jhonny Sins tendría una estatua en cada estadio. Nacido bajo el signo del bíceps y forjado entre pesas y proteinatos, su cuerpo esculpido en mithril y recubierto de sudor competitivo no conoce la derrota... ni las camisas holgadas.

Su apodo, El Calvo del Hub, no es solo una referencia a su brillante cabeza que refleja los focos de los estadios como un faro de virilidad. Es un título ganado a base de tackles demoledores y poses de victoria que han causado más de un desmayo colectivo entre las elfas y otras especies humanoides sensibles al poder visual.

Jhonny no necesita armadura: sus músculos son su armadura. Su entrada al campo va acompañada de un fenómeno inexplicable en los torneos: la venta de entradas femeninas se dispara y los cánticos se mezclan con suspiros. Su camiseta ajustada —una talla menos, por supuesto— ha sido declarada arma de atracción masiva por la Federación de Estética del Blood Bowl.

En el gimnasio, se dice que su rutina de entrenamiento ha roto más espíritus que los goblins lanzados por catapulta. En el campo, sus rivales tiemblan no solo por su fuerza, sino por el efecto psicológico devastador de sus selfies post-touchdown.

Sin embargo, a pesar de su magnetismo y aura de leyenda, es importante aclarar algo:
El entrenador Vandermacho no tiene absolutamente nada que ver con Jhonny Sins.
Cualquier parecido en actitud, musculatura o bronceado es pura coincidencia.

(5-32) EL NIÑO TORRETA - El Antiheróe del Espectaculo

Pocas criaturas han alcanzado un estatus tan enigmático y temido como el Niño Torreta. Antes de pisar un estadio de Blood Bowl, ya era una leyenda viva en los oscuros y densos pantanos de Lustria, donde dominó durante años una disciplina ancestral: el escondite profesional. Se decía que podía desaparecer a plena luz del día, en un campo abierto, mientras un árbitro lo vigilaba de cerca. Lo apodaron "Torreta" porque, aunque no se movía como una, parecía tener visión de 360º y nadie sabía nunca por donde atacaría.

Su transición al Blood Bowl fue un accidente... o una bendición oscura. Cansado de jugar al escondite contra sí mismo -porque nadie mas podía encontrarlo- decidió probar suerte en un deporte mas "visible". Pero viejo hábito nunca muere, y pronto desarrolló un estilo tan evasivo que se convirtió en una pesadilla para los comentaristas, los cámaras y sus propios compañeros de equipo.

Cuando El Niño Torreta recibe el balón, desaparece. No se le vuelve a ver. No esquiva, no corre, no salta: se esfuma. A veces se materializa justo al cruzar la línea de Touchdown, otras veces simplemente se le da por desaparecido hasta el próximo encuentro.

Sus compañeros lo temen. No porque sea agresivo, sino porque mata el juego. Sin el balón en el campo, sin oportunidad de bloquearse entre sí, el partido pierde su sabor. "¡Otra vez Torreta! ¡Se acabó la fiesta!", exclaman entre dientes. Por eso, evitan pasarle el balón a toda costa.

El único que parece tener control sobre esta figura espectral es su entrenador, el astuto y pragmático Alcantud, quien lo mantiene en el banquillo la mayor parte del tiempo. Solo en momentos desesperados -cuando el empate es la única salvación y todo parece perdido- se oye un susurro desde la línea de banda: "Calienta, Torreta..."

Y el público enmudece